La creatividad es la capacidad de abrirse a la imaginación productiva. Cómo definirla, sino, como un acto de florecimiento: inventar, dibujar, componer música, cantar, interpretar personajes, improvisar, escribir, bailar, etc. Podríamos incluso relacionar el arte, la capacidad de plasmarlo y de percibirlo, como agua de manantial que amortigua el fuego de las emociones fuertes y alteradas.
En los momentos de crisis, podemos soltar el dolor escuchando una determinada melodía que nos sacude por dentro; recuperar la dicha con esa otra canción que nos restituye la energía; acudir a ese concierto tan especial y estupendo que nos permita recuperar la inspiración; destrabar a través de la escritura emocional todo aquello que nos causa preocupación; plasmar en un boceto lo que surja como proceso de observación personal. Cualquier procedimiento creativo nos puede ayudar a curar heridas emocionales.
La creatividad es infinita, es libertad, cuando la desarrollamos avivamos la voz de nuestro Ser. Me fascino conmigo misma cuando trabajo como “sommelier floral”, catando a través de los sentidos sobre la signatura de las nuevas esencias de investigación. Cada cual tiene su propio potencial creativo, es algo innato, descubrirlo y ejercer en ello te devuelve el brillo en la mirada porque logra que tu alma sonría de satisfacción.
A través de la metodología del coaching de desarrollo utilizamos la creatividad como herramienta imprescindible para generar alternativas en nuestra vida y provocar los cambios que nos lleven a cumplir nuestros sueños. Asimismo, su desarrollo nos permite visualizar para fijar metas, aporta flexibilidad, intuición, imaginación, pasión, constancia.
El impulso creativo permite que dejemos de controlar nuestras ideas, más que resolver un problema conscientemente y procesarlo de forma lineal, podemos dejar vagar libremente el pensamiento original.
Lo que normalmente impide seguir ese impulso _y aventurándome por filosofar y exponer a mi manera_, no es más que persistir en un “software anacrónico” (basado en autocríticas, creencias limitantes de tipo rompesueños y destructoras del espíritu creativo) que requiere ser revisado y actualizado.
Cuando somos capaces de quitarnos las “anteojeras” (viseras que llevan los caballos para que sólo vean el camino frontal) y buscamos, asimismo, la manera de equilibrar nuestra propia idiosincrasia, yendo más allá de la apariencia de lo denso, podemos sentir desde lo más interno que nada puede amenazar lo que somos.
Por lo general, nos movemos sobre inexorables reglas que rigen nuestra vida para satisfacer necesidades establecidas. No somos lo suficientemente conscientes de nuestras posibilidades, situación que en muchos casos, viene dada como consecuencia de esa goma de borrar que en manos de algún que otro adulto (la mayoría de las veces, errores sin mala fe), desvanecía tus escritos inventados o bien las coloraciones que aplicabas a tu agrado cuando eras niño/a. Como diría Ursula K. Le Guin, y para personificar a la perfección dicho concepto: “Un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido”.
Por otro lado, no olvidemos el fenómeno artístico como fase realmente valiosa en la cadena de montaje de toda campaña de marketing; la publicidad creativa es la clave del éxito para cualquier marca. En el mundo de hoy en día, la innovación, generar conceptos originales, conseguir que el espectador se sienta identificado (a través de aquello que nos conmueve), resulta de vital importancia ante la mirada de la competitividad empresarial.
Las estrategias divulgativas, en otros casos, pueden llegar a concurrir como fortaleza del sistema con el objetivo de convertirnos en una especie de “ciudadanos modelo”, a través de una variante de la creatividad, por ser “arte domesticado”, distrayendo nuestros ojos y oídos para desvincularnos de otros asuntos, tal vez, mucho más prioritarios sobre los intereses reales del ciudadano.
Para ultimar sobre este post (que inaugura nuestra nueva categoría Art to live), me gustaría hacer eco una vez más sobre la importancia, tal y como hemos visto, de permitir que nuestra creatividad fluya: relájate, medita, sea lo que sea haz aquello que te devuelva la inspiración, despliega tu naturalidad, sé fiel a ti mismo/a y libérate con el valor de desprenderte de las certezas.