La planta del ajo es conocida desde antaño en sus inicios por los sumerios, los romanos y los egipcios por sus efectos beneficiosos frente a las enfermedades. En la edad media se utilizó como remedio para la peste, y desde siempre se le ha reconocido como planta estimulante para el sistema inmunitario, así como coadyuvante para disminuir riesgos de los problemas cardíacos. En términos generales podemos definir sus propiedades principales para problemas físicos como un antibiótico natural, adecuado para reducir los niveles de colesterol, combatir la arteriosclerosis, ayudar a bajar los niveles de azúcar en sangre, y prevenir riesgos de trombosis. Es adecuado tener en cuenta su uso restringido, o bien controlado por un profesional médico, durante el embarazo y la lactancia.
